La condición humana de dar con expectativas
Se habla mucho de la pureza de dar sin esperar, y segundos después damos...esperando algo a cambio. ¿Cómo navegar esa tensión? El Buddha la observó, con sabiduría, la cual inspira el presente
Dar sin esperar nada a cambio. Es una idea que nos mueve y que generalmente estimamos como espiritual o digna de admiración, e incluso como parte de lo que se debe hacer. Sin embargo, ¿qué tantos la suelen practicar? Muchos dirán que se debe hacer, y momentos después ponerse a cobrar por un servicio. (Si no lo has observado, detente un momento para notar la contradicción: cobrar no es solo esperar algo a cambio, sino buscarlo activamente, una expectativa más incrustada) ¿Está mal? ¿Qué tal si abandonamos la idea de que debemos ser perfectos ahora? ¿Y más bien acogemos la idea de que debemos avanzar hacia la perfección, con paciencia y constancia?
No obstante las distancias cosmo-mitológicas con el occidente moderno, el Buddha propone un espectro racional de los frutos de la generosidad. Un mismo regalo se puede obsequiar con diferentes intenciones, y esas determinan el nivel de liberación:
“Una persona que ofrece un regalo como una inversión, tratando de acumular algo para sí mismo, [con la idea de:] ‘voy a disfrutar de esto después de la muerte', al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparece en la compañía de los Cuatro Grandes Reyes. Pero cuando se agote el poder de esta acción, se agote esta gloria y este dominio, vuelve a este mundo.
(…)
(Pero, otra persona)
[E]n lugar de pensar: ‘cuando se ofrezca este regalo, la mente se volverá serena; surgirán la satisfacción y alegría', ofrece este regalo con el pensamiento: ‘éste es el adorno de la mente, el soporte de la mente'. Entonces, ofrece su regalo -comida, bebida, ropa, carro, guirnaldas, perfumes, ungüento, ropa de cama, alojamiento o una lámpara- sea a un asceta o a un brahmán.
De modo que, habiendo ofrecido su regalo de esta manera, no busca su propio beneficio, no tiene la mente apegada [a los resultados], no trata de acumular nada para sí mismo, [con la idea:] ‘voy a disfrutar de esto después de la muerte'. Tampoco piensa: ‘dar regalos es bueno'. Tampoco piensa: ‘esto se ha dado en el pasado, se ha hecho en el pasado, por mi padre y abuelo, de modo que no sería justo para mí dejar que esta antigua costumbre familiar se interrumpiera'. Tampoco piensa: ‘yo soy muy acomodado, mientras que ellos no son ricos, de modo que no sería justo que no diera mi regalo a los que no son ricos'. Tampoco piensa: ‘así como existieron los grandes regalos de los sabios del pasado (…), de la misma manera, sea ésta mi forma de distribuir los regalos. Tampoco piensa: ‘cuando se ofrezca este regalo, la mente se volverá serena; surgirán la satisfacción y alegría'.
“Pero con el pensamiento: ‘éste es el adorno de la mente, el soporte de la mente', al disolverse su cuerpo, después de la muerte, reaparece en el plano del séquito de Brahma. Y cuando se agote el poder de esta acción, se agote esta gloria y este dominio, llega a convertirse en ‘aquel que no retorna' y no vuelve más a este mundo.” (Anguttara Nikaya 7:52)
Aunque no se cita en el discurso, antes de lo que menciona el Buddha estarían las intenciones puramente mundanas detrás de dar: intenciones mundanas de recibir un pago, un buen trato de ahí en adelante, que – al estilo laboral – a partir de eso la persona haga lo que yo quiera, un regalo en una ocasión futura, o, cuanto menos, un agradecimiento verbal. (Anótese que dar algo con la paciencia de percibir los frutos después de la muerte es poco común, y su resultado, según el Buddha, es aparecer al lado de grandes reyes) ¿Son malas intenciones? No responderé directamente esa pregunta; más bien, compartiré lo que he aprendido acerca de las intenciones y el sufrimiento que les acompaña.
¿Cómo se siente tener expectativas? Siguiendo la Segunda Noble Verdad: el sufrimiento se causa por los deseos sensuales. Las expectativas, aunque no se les suela ver así, son deseos sensuales. Si cargo la expectativa de recibir una transferencia monetaria a cambio de algo que hice o di, cargo el deseo de percibir imágenes, pensamientos y sonidos de cierto tipo, de percibir inputs sensoriales de cierto tipo (que juntos se llaman “dinero”). ¿Cómo se siente esa expectativa? ¿Es lo que en verdad se quiere? Muchos dirán que no se siente bien, y no se quiere tener esa expectativa, pero que es necesario. Vale, pero ¿necesario para qué? Quizás no has escuchado de esto, pero hay miles de personas en el mundo, principalmente monjes, que viven felizmente y con salud sin utilizar dinero (ni virtual ni físico), dependiendo de lo que los demás quieran darles de comer, o también consiguiendo su propio alimento de la naturaleza y sin intermediarios. Es posible, pero…
Volvamos a los niveles. ¿Cuántas personas podrían soltar la expectativa de recibir dinero hasta el final de su vida? Ese es un nivel de renuncia que muy pocos están dispuestos a acoger. Entre tanto, ¿estaría mal dar algo con la expectativa de recibir a cambio? Te propongo que lo investigues, la próxima vez que tengas la intención de dar, al hacerlo, observa tu mente, ¿hay alguna expectativa? ¿cómo la sientes o percibes? Si quieres que esa expectativa se cumpla, y pedirlo es conducente a ello, puedes pedir. Si no estás particularmente apegado a esa expectativa o quieres experimentar, qué tal si la dejas ir, reconociendo que es un impulso nervioso o un pensamiento pasajero y ya. La propuesta que da el Buddha es que, incluso con expectativas de recibir algo a cambio, se puede llegar a un buen lugar, pero no al final del sufrimiento. Mejor que muchos otros lugares, ¿no?
Que el sufrimiento se causa por el deseo sensual es algo para comprobar en la experiencia directa. Y el experimento es la vida. Puedes comenzar. Quizás empezando por cómo se siente el esperar algo a cambio después de dar, y cómo se siente el abandonar esa expectativa. Y con paciencia, sin la presión de “tener que” soltar todo de aquí hasta el final, se avanza.
Créditos de la imagen usada:
“jsx_0001” de jessie essex - publicada en Flickr https://flic.kr/p/Mb1kqz